MUSEO CANADIENSE DE DERECHOS HUMANOS: UNICO Y CONTROVERSIAL
Por Karina Mirochnik
“El único museo de este tipo en el mundo”, con estas palabras se presenta el nuevo “Museo Canadiense de Derechos Humanos (CMHR) que abrió sus puertas el pasado mes de noviembre en Winnipeg, capital de la occidental provincia de Manitoba.
Winnipeg, una ciudad mediterránea de medio millón de habitantes conocida por sus largos inviernos gélidos, tiene un gran legado en lo que hace a derechos humanos: comenzando por la lucha por el voto de la mujer impulsado por la activista política Nellie McClung, siguiendo por la lucha de los derechos de los pueblos indígenas. De hecho fue Manitoba, la primera provincia en Canadá en dar a las mujeres el voto y es también hogar de la mayor población aborigen urbana del país.
Este nuevo museo nacional de Canadá se encuentra junto al llamado Sitio histórico Nacional de Forks, lugar donde se ubicó el primer asentamiento europeo permanente en el oeste canadiense, justo en la unión de los ríos Assiniboine y Rojo en el centro de Winnipeg.
Diseñado por el arquitecto estadounidense Antoine Prichard, el edificio, de un gran diseño arquitectónico, es similar al del Guggenheim de Bilbao con el que se lo compara. Su Torre de la Esperanza y amplios ventanales forman un nuevo perfil urbano mientras que los jardines que lo rodean, cuentan con 15 especies de hierbas de la pradera característica de la región, creando así, la instalación urbana más grande de recursos naturales y autóctonos del país.
Con un costo de $ 351 millones de dólares, un proyecto conjunto de fondos públicos y privados, ha ganado este año cuatro premios de la Alianza Americana de Museos en Atlanta por sus kioscos interactivos, mesas, juegos y por la aplicación interactiva móvil, la primera de su tipo en el mundo.
Los visitantes van recorriendo 11 galerías divididas temáticamente a lo largo de 800 metros de rampas hechas en alabastro español- un camino literal de luz a través de la oscuridad.
Se tarda unos 30 minutos en caminar de forma continua desde la entrada principal, pasando por todas las exposiciones de derechos humanos hasta la plataforma de observación de la Torre.
En el hall de entrada, llama la atención una impresión de bronce de una huella de calzado de unos 750 años de antigüedad que fue descubierta intacta durante los trabajos arqueológicos en el lugar en 2008. Junto a él, el “Welcome Wall” que incluye mensajes de bienvenida en 36 lenguas – incluyendo 12 lenguas indígenas. La visita continúa en el nivel 2 con exhibiciones que explican “¿Qué son los Derechos Humanos”, “Perspectivas Indígenas” y “Viajes Canadienses”. Este último, el más grande del museo, explora docenas de historias canadienses de derechos humanos en una pantalla digital de 29 metros.
Casos sobre derechos de las mujeres y episodios de violación, supervivencia y resistencia se pueden encontrar en la mayor parte de las exhibiciones pero no están concentrados en una única ubicación. El video introductorio de la Coronel Jeannie Carignan, primer mujer oficial al mando de una unidad de combate en las Fuerzas Armadas Canadienses, habla sobre los derechos de las mujeres a la igualdad de trato en el ejército.
Una línea de tiempo incluye pensadores feministas, escritores y activistas como Mary Wollstonecraft, Harriet Martineau, Mirza Fatali Akhundov, Betty Friedan, Gloria Steinem y Mary Robinson.
La exhibición “Protecting Rights in Canada” explora los derechos humanos en el sistema jurídico canadiense incluyendo el caso famosos del Tribunal Supremo de una mujer bombero, que en 1999 fue despedida por no pasar las nuevas normas de aptitud física que se habían implementado. Otra exposición muestra los esfuerzos de miles de mujeres canadienses para tener derecho a la igualdad de género contempladas en la Declaración de Derechos y Libertades de 1982.
En tanto que la galería “Turning Points for Humanity “cuenta con videos interactivos sobre el derecho de las mujeres a conducir coches en Arabia Saudita así como también muestra la campaña “Bell Bajao” contra la violencia doméstica.
También hay una exposición fotográfica llamada “Actions Count” con el fin de contrarrestar los prejuicios contra las mujeres musulmanas que usan el hijab (velo) A si mismo, un juego de mesa interactivo supone un escenario en el que los jugadores intentan organizar eventos que construyen faciliten la comprensión sobre las mujeres musulmanas.
Finalmente, “The ReDress Project”, una de las instalaciones más provocadoras del museo a cargo del artista local Jaime Black y que consiste en una docena de vestidos rojos colgados en perchas vacías frente a espacio arbolado en honor a las más de mil mujeres aborígenes que han sido asesinadas en Canadá.
En Winnipeg, en particular, las muertes y desapariciones de mujeres aborígenes es un problema recurrente. Cuerpos de mujeres aparecen en el río que corre justo detrás del museo. Tal es el caso de Tina Fontaine, una niña aborigen de 15 años que fue encontrada dentro de una bolsa de plástico flotando en el río sólo dos semanas antes de la inauguración.
Controversias
Desde el momento en el que fue concebida la idea del museo por el difunto Israel Asper, un magnate de los medios y líder del partido Liberal de Manitoba, la crítica y los debates han estado a la vanguardia. Por una lado, estaba la preocupación de diferentes grupos en cuanto a quién obtendría el mayor espacio y como serían tratados sus respectivas problemáticas en el museo. La comunidad ucraniana, por ejemplo, expresó su temor por la forma en que el Holodomor (“Gran Hambre” o Genocidio Ucraniano, de 1932-1933) sería tratado y cómo la presentación se compararía con al tratamiento del Holocausto.
A si mismo, durante la inauguración, decenas de manifestantes, utilizaron los medios para llamar la atención sobre la difícil situación de los pueblos indígenas. En particular, la decisión inicial del museo de evitar el uso del término “genocidio” para describir las políticas aborígenes de Canadá durante el siglo pasado. La Federación Metis de Manitoba boicoteó las ceremonias de inauguración debido a lo que ellos llaman “censura”. “Creemos que el Museo de los Derechos Humanos de Winnipeg perdió una valiosa oportunidad en resaltar el genocidio cultural que han vivido los pueblos indígenas de Canadá – que incluyen a los Metis,(Mestizos), a las Primeras Naciones y a los Inuit”, argumenta David N. Chartrand, presidente de la Federación.
La legendaria cantante canadiense Buffy Sainte-Marie que estuvo en la ceremonia de apertura, sostuvo que Canadá y el Museo de los Derechos Humanos deben utilizar ese término para describir la experiencia de las escuelas residenciales. “No creo que algunas de las personas del museo sean realmente conscientes de lo que ha sido la historia, puede que sea no intencional. Creo que ha habido tan poca información real y disponible sobre los pueblos indígenas que la mayoría de los canadienses no son conscientes del genocidio que realmente sí ocurrió aquí (y en todo el mundo), como consecuencia del arraigado y tergiversado colonialismo europeo. Que sea o no esa tergiversación deliberada no es el punto: aún podemos arreglarlo”, argumentó Buffy.
Por su parte, Angela Cassie, directora de comunicaciones del museo, respondió a las críticas señalando que el museo mira a la conexión entre genocidio y colonización en tres galerías. “En “Breaking the Silence”, por ejemplo, las escuelas residenciales canadienses y la colonización se exhiben junto al Holocausto, al genocidio armenio, al de Ruanda y al de Srebrenica para que nuestros visitantes pueden ver temas recurrentes y patrones. Nuestro rol es ser un museo y educar, no tenemos la autoridad legal para hacer declaraciones sobre estos hechos, pero sí nos aseguramos de generar un espacio que genere conversación para que los visitantes puedan sacar sus propias conclusiones “.
A principios de junio de este año, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (TRC) [1]emitió un documento llamando a la política aborigen de Canadá una forma de “genocidio cultural” y pintó un cuadro sombrío del legado del sistema escolar residencial que se extendió desde mediados del siglo XIX hasta el cierre del último pensionado en 1996.[2]
En respuesta a este informe, el museo tendrá dos nuevas exposiciones sobre las escuelas residenciales, que incluyen una caja tallada en madera que se utilizó durante los eventos del TRC y que recibía ofrendas que conmemoran los viajes personales hacia la sanación y la reconciliación, en tanto que, en diciembre 2015, se abrirá “The Witness Blanket “, una instalación de arte a gran escala hecha de cientos de objetos recuperados de las escuelas residenciales, de iglesias y de edificios gubernamentales de todo Canadá y que reconoce las atrocidades de la era de la escuelas residenciales indígenas.
“La esperanza de este museo”, insiste Casey, “es atraer a estudiantes y a grupos de derechos humanos de todo el mundo a venir a Winnipeg porque “mucho de lo que se encuentra en el museo se ha logrado a través de la protesta y la disidencia, así que bienvenida la crítica”.
[1] Organismo que fue creado en 2008 por el gobierno federal y los pueblos de las Primeras naciones de Canadá para revelar a los canadienses toda la dolorosa y compleja historia de los pensionados indígenas.
[2] Las Escuelas Residenciales de Canadá fueron unas instituciones académicas y religiosas sostenidas tanto por el Gobierno como por diversas iglesias con el fin de reeducar a los aborígenes de acuerdo a la civilización cristiana occidental.
Soy defensora de derechos humanos en el municipio de Naucalpan. Estado de México. Me gustaría contactarlos para visitarlos. Y hacer una exposición o invitarles. Saludos. Ana Gloria Robles
Gracias Ana Gloria por tu comentario. Tendrías que contactarte con el museo en Winnipeg, allí te darán más datos. Si necesitas un email de contacto, envíanos un email a info@wafmag.org.
Saludos,
Karina