El “crimen del country”: Femicidios en Argentina
Por Laura Rodriguez Claros
El 21 de agosto de 2015, una noticia irrumpió en todos los canales de la televisión argentina: Fernando Farré, un ejecutivo exitoso, había asesinado a puñaladas a Claudia Schaefer, su esposa y madre de sus tres hijos, en su residencia de fin de semana de un exclusivo country de Pilar, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires. El crimen se produjo durante una reunión pactada para acordar la división de bienes de un divorcio conflictivo. Cuando ella entró al vestidor a retirar sus pertenencias, Farré cerró la puerta con llave y le clavó 74 puñaladas con un cuchillo de cocina. En la casa se encontraban los abogados de ambas partes y la propia madre del asesino, quienes al escuchar los gritos de auxilio, intentaron infructuosamente abrir la puerta. Luego salieron al jardín y rompieron una ventana por la que llegaron a ver el final de la escena, sin lograr detenerla.
Con el correr de los días, el caso pasó a ser conocido como “el femicidio del country” y una catarata de detalles salió a la luz. Farré, de 52 años, había trabajado en grandes empresas como Avon, Coty y L´Oréal. Solía publicar fotos en Facebook, mostrando sus viajes y sus vínculos con personalidades del espectáculo. Su mujer, de 44, lo había denunciado unas semanas antes de su muerte por agresiones físicas y verbales, cometidas en presencia de sus hijos de 9, 11 y 13 años. Los niños viven ahora con la hermana de la víctima.
Tras ser apresado por la policía en el lugar del crimen, tirado en el piso y esposado, Farré miró a cámara. La foto de su rostro ensangrentado se filtró a los medios de comunicación y contribuyó a que el femicidio fuera el más mediático de los últimos años. El caso se convirtió en tema de conversación en lugares de trabajo y reuniones de amigos. Sin embargo, fue solo uno más de los tantos que se cometen en Argentina.

Madre e hija dibujaron el slogan “Ni Una Menos” en la marcha contra el femicidio en Buenos Aires. Foto cortesía: Ni Una Menos.
Un Femicidio Cada 30 Horas
Los datos son contundentes: en el país ocurre un femicidio cada 30 horas, según un estudio realizado por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, una organización no gubernamental que trabaja por los derechos humanos de las mujeres y contra la violencia de género. Asesinadas a golpes o patadas, apuñaladas, baleadas, degolladas o quemadas, las víctimas son mujeres de todas las edades y las clases sociales. Los culpables son principalmente ex cónyuges o ex concubinos, esposos o parejas convivientes, y novios o parejas no convivientes, según consta en distintos registros oficiales.
Algunas de las historias golpean por la juventud de las víctimas: como la de Horacelia Génesis, de 16 años, apuñalada y descuartizada por su pareja de 34, padre de su hija de 7 meses. Sus restos fueron hallados en bolsas de residuos en distintos puntos de Posadas, capital de la provincia de Misiones. O la de Melina Romero, asesinada cuando salía de festejar su cumpleaños número 17 en un boliche bailable. Su cuerpo apareció a orillas de un arroyo en José León Suárez, provincia de Buenos Aires.
Otros femicidios llaman la atención porque las víctimas habían advertido a la Justicia sobre la peligrosidad de los futuros asesinos, incluso en repetidas ocasiones. Tal es el caso de María Eugenia Lanzetti, una maestra jardinera de 44 años, acuchillada por su ex marido en abril pasado, en la localidad cordobesa de San Francisco, frente a sus alumnos de 2 y 3 años. Mauro Bongiovanni, el agresor, tenía una orden de restricción perimetral fijada por la Justicia luego de varias denuncias por violencia, que le impedía acercarse a la madre de sus dos hijos. El mecanismo judicial no logró, como en tantos otros casos, impedir el crimen.
Argentina no tiene un registro oficial actualizado que dé cuenta de la cantidad de femicidios ocurridos.* El tema de las estadísticas está en el centro del debate, porque las cifras duras visibilizan la magnitud del problema frente a la opinión pública, y su ausencia implica que los organismos gubernamentales que deberían realizarlas están en deuda: “Se está incumpliendo la ley 26.485, de 2009, que obliga a la elaboración de las estadísticas”, sostiene Fabiana Tuñez, directora de La Casa del Encuentro.
Ante la ausencia de números oficiales,* las estadísticas de femicidios que se manejan son las elaboradas por esa organización civil. Las cifras indican que hubo 1.808 mujeres asesinadas en los últimos siete años. Solo en 2014, 277 mujeres murieron como consecuencia de la violencia machista. “Nuestro Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, dirigido por Ada Beatriz Rico, realiza desde el 2008 un Informe de Femicidios, relevando lo publicado por ciento veinte medios de comunicación en todo el país y las agencias de noticias”, explica Túñez.
La organización registra, además, el número de víctimas colaterales: son 2.196 los hijos e hijas que quedaron sin madre en el mismo lapso, de los cuales 1.403 son menores de edad. Según Túñez, “es una forma de visibilizar cómo impacta en todo el tejido social la violencia de género”.
#NiUnaMenos
Frente a esta realidad brutal, la sociedad argentina alzó su voz: el 3 de junio de este año, 300.000 manifestantes colmaron la Plaza del Congreso de la ciudad de Buenos Aires, bajo la consigna #NiUnaMenos. En la multitudinaria marcha se exigió el fin de los femicidios y se pidieron políticas públicas para defender a las mujeres víctimas de violencia de género. El reclamo se multiplicó en 120 parques y calles de todos los rincones del país, donde también se enarbolaron banderas, carteles y fotos de las víctimas. Fue un antes y un después para el tratamiento del tema en la sociedad argentina.
La convocatoria a la protesta se dio de forma espontánea. Todo comenzó con un tweet de Marcela Ojeda, periodista de radio Continental: “Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales… mujeres, todas, bah… no vamos a levantar la voz? NOS ESTAN MATANDO”. Ojeda recuerda ese 11 de mayo: “escribí el tweet en forma impulsiva, minutos después de enterarme del femicidio de Chiara Páez, de 14 años, embarazada de pocas semanas y asesinada por su novio con la colaboración de la familia, quien la enterró en el patio de su casa. Estoy cansada de cubrir periodísticamente casos en los que golpean, violan y matan a mujeres”.

Cobertura de los medios- Saladillo, provincia de Buenos Aires, 16 de abril 2014. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi.
Su mensaje en la red social fue el puntapié inicial para la organización: “A partir de ahí, comenzó un intercambio con otras colegas para ver de qué manera materializábamos el salir a la calle a protestar”, relata Ojeda. El hashtag #NiUnaMenos, que expresa que no debe haber ni una sola muerte más de una mujer víctima de la violencia de género, había surgido unos meses antes, durante una actividad de lectura realizada en el Museo del Libro y de la Lengua para generar conciencia sobre el tema. Con una decena de periodistas liderando la convocatoria, la consigna se viralizó en las redes sociales, logró reunir el apoyo de actores y periodistas famosos y encontró eco masivo en la población, que ese día clamó al unísono pidiendo por el fin de los asesinatos de mujeres y el respeto de sus derechos humanos.
La asistencia a la marcha sobrepasó todas las expectativas: “Pensábamos que íbamos a ser cinco o diez mil, nunca imaginamos esa multitud. Recién tomamos dimensión al ver la foto al día siguiente. Fue conmovedor”, cuenta Ojeda. Desde el escenario, se leyó un documento con demandas concretas, como la puesta en marcha del Plan Nacional establecido en la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, la elaboración de estadísticas oficiales sobre violencia hacia las mujeres y un índice de femicidios, la incorporación de la temática en todas las currículas educativas y garantías para la protección de las víctimas y para su acceso a la Justicia, incluyendo el patrocinio jurídico gratuito durante todo el proceso. “Queremos a cada una de las mujeres vivas. A todas. #NiUnaMenos”, concluye el texto.
Evidentemente, las organizadoras levantaron un reclamo que necesitaba ser oído. Para muchas mujeres que sufren la violencia machista, la convocatoria significó sacar el tema de sus esferas privadas para volverlo público: “La marcha tuvo un fuerte impacto hacia el interior de la sociedad, que manifestó en forma contundente que este debe ser un tema prioritario y de agenda”, sostiene Túñez. Ojeda coincide: “El tema logró visibilización y que se trate en los medios con cierto respeto. Pero que la marcha haya levantado ese cartel no fue solo una cuestión simbólica, porque el documento interpeló a los tres poderes de la Nación”.
Las respuestas desde el estado no tardaron en llegar. Un día después de la marcha, la vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Elena Highton de Nolasco, convocó a las autoridades judiciales a colaborar en la confección del Registro de Femicidios de la Justicia argentina. “(…) la pluricausalidad y complejidad de la problemática, así como cuestiones de competencia inherentes a la organización federal de nuestro país, no han permitido aún unificar la información. Por ello, y hasta que el sistema de registro se encuentre terminado, resulta imprescindible comenzar por cuantificar la máxima expresión de violencia contra la mujer: el femicidio. Para ello, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha elaborado un sistema on line, que permitirá que las distintas jurisdicciones publiquen los datos de las causas iniciadas durante el año 2014 por homicidio de mujeres (niñas, adolescentes y/o adultas) perpetrado por varones, por razones asociadas con su género, hayan sido tipificadas como femicidio o no”, expresó en un comunicado publicado por el Centro de Información Judicial. Por su parte, el 29 de junio, la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, creó la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) y el gobierno nacional implementó la Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de femicidios y de homicidios agravados por el género, en el seno de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
A nivel oficial, el 23 de septiembre se presentaron cifras. Cada día, 55 mujeres de más de 14 años denuncian ser víctimas de violencia de género ante dependencias estatales nacionales de todo el país de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y 50.703 realizaron la denuncia o solicitaron asistencia en algún organismo estatal, entre enero de 2013 y julio de 2015. Esos son los primeros resultados del Registro Único de Casos de Violencia contra la Mujer a cargo del Consejo Nacional de las Mujeres junto al Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). “A nosotros nos sirvió muchísimo la marcha porque muchas de las jurisdicciones que no habían firmado los convenios para ser parte de este registro, el 4 de junio lo enviaron”, dijo Mariana Gras, presidenta del Consejo, en esa ocasión.
También hubo repercusiones en las provincias. Por ejemplo, en Buenos Aires, se sancionó una ley que determina que las parejas que contraigan matrimonio deberán realizar una capacitación sobre violencia de género, y que el 3 de junio de cada año (en conmemoración del día la marcha), se realizará una jornada de difusión en todas las escuelas.
Finalmente, el 27 de octubre, el Consejo Nacional de las Mujeres difundió a través de su página web el Plan Nacional de Acción 2014-2016 para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, una de las demandas de la histórica marcha. El documento, de 112 carillas, “busca garantizar una vida igualitaria, justa e inclusiva para todos y todas”, según indica en su presentación, y detalla las acciones, metas y avances logrados en los ejes institucional político, legal, educación, trabajo y empleo, salud, vivienda, participación política, prevención, acceso a la Justicia, asistencia y registro y sistematización de datos.
Además, el Plan presenta estadísticas sobre la línea telefónica 144 del Consejo, que recibe consultas en forma gratuita las 24 horas de los 365 días del año. Los números muestran el impacto de la movilización: “el punto máximo de llamados se da el día de la marcha ´Ni una menos´ y los días posteriores al 3 de junio de 2015”, lo que motivó la incorporación de más de 50 operadores para atender en los distintos turnos.
Aunque los femicidios son una realidad preocupante, la Argentina tiene una legislación de avanzada en la materia: en abril de 2009, se sancionó la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. El texto reconoce cinco tipos de violencia: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, y simbólica, que se manifiestan en diversas modalidades: doméstica, institucional, laboral, obstétrica, mediática y contra la libertad reproductiva. Además, en 2012, se endurecieron las penas para los femicidios: se estableció “la reclusión perpetua o condena perpetua” a quien “matare a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”, en delitos que hasta entonces tenían una pena máxima de 25 años de cárcel. “La ley 26.485 en sí misma es una de las mejores de Latinoamérica, pero algunos puntos que son centrales, como la elaboración de estadísticas oficiales, siguen sin hacerse efectivos”, sostiene Túñez.
Además, las mujeres argentinas tienen organismos estatales donde recurrir, como la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que atiende durante las 24 horas, todos los días del año, con un plantel interdisciplinario de abogados, psicólogos, trabajadores sociales y médicos. En siete años (desde el 15 de septiembre de 2008 al 15 de septiembre de 2015), 106.445 personas afectadas concurrieron a la oficina, la “única en el mundo dependiente de una Corte Suprema de un país”, como explica la jueza Highton de Nolasco en el video de presentación del organismo. Por otra parte, a nivel nacional, la mencionada línea telefónica 144 del Consejo de las Mujeres atendió 16.990 llamados en 2014. También existen numerosas dependencias especializadas en las provincias y los municipios, además de las Comisarías de la Mujer. Y en muchas regiones funciona el botón antipánico, que permite que la mujer atacada lo active y alerte a una fuerza de seguridad.

Buenos Aires 19 de abril 2012 La Camara de Diputados trata el proyecto de ley incorporando la figura del femicidio en el Codigo Penal. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi.
Lo cierto es que Argentina no es un caso aislado, y la violencia basada en el género persiste en muchos países. Según el documento Las Mujeres en el Mundo 2015, presentado por la ONU en octubre de este año, más de un tercio de las mujeres fueron víctimas de la violencia física o sexual en algún momento de sus vidas. Además, ellas representan alrededor de las dos terceras partes de las víctimas de homicidios cometidos por la pareja o en el entorno familiar. Sin embargo, el 60% de todas las que sufren violencia siguen sin denunciarla ni solicitan ayuda. En definitiva, a pesar de los logros obtenidos en las últimas décadas a nivel mundial, aún queda un largo trecho por recorrer.
La misma conclusión parece ser válida para la Argentina. En la opinión de Túñez, “hubo avances en materia legislativa, pero falta mucho por hacer en temas de prevención y de asistencia directa a la víctima. Los femicidios podrían evitarse. Fundamentalmente, hay que entender que la violencia de género es una cuestión de derechos humanos, y que los crímenes se producen por una cuestión cultural. Hay un varón agresor que considera a la mujer como objeto de su propiedad, a quien quiere controlar y dominar. Si no puede consumar su fin, puede llegar hasta el femicidio“. Para erradicar la violencia machista, habría que “cambiar las currículas educando en igualdad, permitir a las víctimas acceder a la justicia con patrocinio gratuito y contar con fueros especializados. Además, es muy importante poder detectar los primeros indicadores que luego se transforman en violencia física: los celos, la humillación, el aislamiento“, afirma Túñez.
Marcela Ojeda coincide en las causas culturales: “Esto viene desde las raíces, es una cuestión estructural y educacional, nosotras nacimos y crecimos en una sociedad patriarcal. Pero tuvimos grandes sorpresas en la marcha #NiUnaMenos con la presencia de los jóvenes, de pibes de colegios privados exclusivos junto a los de colegios públicos. Ese es el campo fértil, instalar la conciencia para prevenir los noviazgos violentos, tratar de romper el círculo”.
Otra perspectiva del tema fue citada por Ana Feldman, directora del INDEC, al presentar las cifras sobre denuncias antes mencionadas: “Uno de los datos más relevantes de este informe es la vulnerabilidad económica de las víctimas, que en un 51 por ciento de los casos depende de otros porque no tiene un ingreso laboral propio -mientras que el 77 por ciento de los agresores sí lo tienen-, lo que en parte explica por qué el 56,8 por ciento de ellas convive con el victimario”. En la misma ocasión, Mariana Gras afirmó: “Nosotros creemos firmemente que lo que te permite salir de la violencia es la independencia económica. Pero pensar que con la pura erogación de capital se puede resolver un problema de violencia, es minimizar el problema, porque también hay que reconstruir la autoestima y esto tiene que ver con la inclusión no solo en el marco de la economía sino en el marco de una construcción colectiva y una inserción social”.
La explicación al problema quizás se encuentre en la palabra “femicidio”, que significa el asesinato de una persona por ser mujer. Según expresa el documento de #NiUnaMenos, el femicidio “atraviesa todas las clases sociales, credos e ideologías”. Pero es además “una categoría política, es la palabra que denuncia el modo en que la sociedad vuelve natural algo que no lo es: la violencia machista”.
La violencia hacia las mujeres reviste complejidad y precisa una respuesta múltiple e integral, porque es un problema con aristas relativas a lo cultural, lo legal, lo judicial, lo psicológico y lo económico, entre otras. Los análisis de los especialistas confluyen hacia un tema central: la necesidad de educación y de toma de conciencia. Como lo ejemplifica Fabiana Tuñez, al referirse al “femicidio del country”: “ese es un crimen que podría haberse evitado. Los abogados de la víctima, desconociendo lo que significa la violencia de género, generaron un encuentro con el agresor y llevaron a la mujer a un callejón sin salida. Fue una mala praxis, lo trataron como un divorcio común, partiendo del prejuicio que se trataba de dos personas de clase alta”, concluye, contundente.
Los femicidios ocurren, en la Argentina y en el mundo, desde siempre. Se discute si han aumentado o si se volvieron más visibles por su presencia mediática. Lo cierto es que lo que antes era un conflicto privado ahora se hizo público, como lo expresó la sociedad argentina en la marcha #NiUnaMenos. Y, ya instalado en la agenda política, queda esperar que los poderes del estado pongan en acción los mecanismos necesarios para evitar los femicidios, y que se logre producir el tan mentado cambio cultural que permita desterrar a la violencia machista.
Las primeras estadísticas oficiales
Esta nota se terminó de escribir en los días previos a las elecciones presidenciales argentinas, que consagraron a Mauricio Macri, el candidato opositor, como presidente electo. Desde ese domingo 22 de noviembre, varios cambios se sucedieron.
El 25 de noviembre, en ocasión del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Corte Suprema de Justicia presentó el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, elaborado en base a información de los Poderes Judiciales de todo el país y que está disponible en la web.
Se trata de un completo informe, que indica que en 2014 se registraron 225 femicidios, cometidos en un 75% por allegados a las víctimas. El registro comprende todas las causas por homicidio de mujeres (niñas, adolescentes y/o adultas) perpetrados por varones por razones asociadas a su género, hayan sido o no tipificadas como femicidio. En el comunicado oficial, se aclara: “A través de esta iniciativa se ha logrado cuantificar la máxima expresión de la violencia contra la mujer y constituir la línea de base para su registro actualizable y sostenible en el tiempo, que proporcionará datos nacionales sobre femicidio, indispensables para el diseño de políticas públicas que apunten a su efectiva prevención y adecuado tratamiento”.
Por su parte, la Casa del Encuentro presentó un día antes nuevas cifras actualizadas: en los primeros 10 meses de 2015, hubo 233 femicidios, que provocaron que 163 niños queden sin madre. Además, 113 de los crímenes se cometieron en el hogar, que se convirtió así en el lugar más inseguro.
Y el futuro presidente Macri tomó una decisión para muchos sorprendente: designó a Fabiana Túñez, directora de La Casa del Encuentro, como presidenta del Consejo Nacional de la Mujeres. Ahora Túñez, que durante años reclamó la implementación del Plan Nacional para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, será la responsable de su puesta en marcha.
En definitiva, el reclamo popular, que se manifestó en la marcha #NiUnaMenos del 3 de junio, marcó la agenda y provocó la agilización de los mecanismos del poder político, condición indispensable para revertir la violenta realidad que sufren muchas mujeres en Argentina.