Crítica literaria: The Underground Girls of Kabul

Nov 16, 2015Afghanistan, Issue 2 Reviews Spanish, Issue 2 Spanish

Por Teresa Cantero

Jenny Nordberg, ganadora del Premio Robert F. Kennedy por Excelencia en Periodismo y ex corresponsal de The New York Times, lleva ya tiempo en Afganistán cuando se da cuenta de que el hijo de Azita, una de los pocas congresistas del país es, en realidad, una niña. Mientras se reúne con funcionarios y expatriados tratando de entender cómo un país en el que las niñas permanecen principalmente dentro de casa tras la pubertad y han de cubrir sus cabezas desde una edad muy temprana puede permitir el travestismo, tiene un hallazgo extraordinario: los Bacha Posh.

9781844087754The Underground Girls of Kabul es un paseo por la vida de muchas familias afganas que tienen un Bacha Posh, o una hija haciéndose pasar por el hijo de la familia. Lo hacen con el fin de ser “el orgullo de la familia” y acompañar a sus madres y hermanas en sus pocas salidas más allá de las paredes del hogar. Ser Bacha Posh es, para las niñas, la oportunidad de correr libremente, de trepar a los árboles, de no llevar un pañuelo en la cabeza, de poder jugar al fútbol y andar en bicicleta. Ser un Bacha Posh es la oportunidad, asimismo, de ir a la escuela y recibir una educación, y también de sentarse en el asiento delantero del coche o en la mesa al lado de su padre y ser escuchado cuando habla. Pero ser Bacha Posh también es más que eso, y es aún más simple. Ser Bacha Posh es nada más y nada menos que ser reconocido, existir, lo que para muchas niñas en el Afganistán de hoy no sucede.

Los Bacha Posh son normalmente elegidos al nacer por sus padres, que carecen de hijos varones. Algunos, sin embargo, eligen su propio destino, pidiendo poder vestirse como un chico. Aunque existen excepciones, la mayoría realiza la transición de nuevo a mujer antes de la pubertad. Es indudable que esto puede acarrear consecuencias en la edad adulta, como muchos Bacha Posh que ahora viven como mujeres después de “ser” hombres la mayoría de su vida admiten. Pero ninguna de las personas con las que el autor habla lamenta haber sido un Bacha Posh. Siempre ha quedado en su recuerdo como aquel tiempo en el que eran libres, eran vistos y eran escuchados.

Este libro es una clase avanzada de terminología sobre lo que significa ser hombre y mujer, sobre los conceptos de masculinidad y feminidad, sobre género y género adoptado y derechos humanos. La obra profundiza en los comportamientos específicos de género asociados a los hombres y mujeres, nuestros roles como uno u otro, y cuánto de nuestras vidas gira en torno a la idea de que somos diferentes. Tales nociones de diferenciación han evolucionado para disminuir los derechos de las mujeres en lugares como Afganistán y ha justificado también su falta de educación. Y mientras palabras como “empoderamiento” y “concienciación” resuenan en talleres y seminarios de organizaciones internacionales en Afganistán, la realidad de los Bacha Posh ha existido durante el tiempo que la historia recuerda.

Desde la llegada de los talibanes hace dos décadas, las opciones de las mujeres se han visto limitadas a la voluntad de sus padres o esposos. En una vida detrás de un burka, y con muy poco poder de autodeterminación, “la segregación exige creatividad”, como Nancy Dupree, historiadora estadounidense, explica a la autora. En Afganistán, la segregación y la creatividad permanecen calladas. Nordberg compara los Bacha Posh a la antigua prerrogativa militar estadounidense: “No preguntes, no digas.” En una sociedad donde se cree ampliamente que una madre puede influir en el sexo de su bebé con solo rezar y desear un hijo varón, es mejor tener una hija que se hace pasar por un hijo que no ser “bendecido” con un niño en absoluto. Después de todo, como uno de los entrevistados le dice a Nordberg, “Todo el trabajo que los niños pueden hacer, las niñas también pueden hacerlo. Lo sé porque yo lo hago. Pero el trabajo que hacen las mujeres no lo pueden hacer los hombres”. Este Bacha Posh, que se hace llamar Zahra y pronto llegará a la adolescencia, continúa para zanjar: “Las mujeres también pueden ser hombres. Como yo.”

The Underground Girls of Kabul no trata de preferencias sexuales o travestismo, sino de poder, de oportunidad, y de tenues e incompletos destellos de igualdad. Como subraya Nordberg, para los Bacha posh y para muchas mujeres en Afganistán, su ambición es el ser mardan kheslat: como un hombre. Y esto es porque cuando son preguntadas por la mayor diferencia entre hombres y mujeres no hablan de quién es más fuerte o más inteligente. Solo ven una distinción: los hombres son libres. Y como dice la autora: “Un gran número de personas en este mundo estaría dispuesto a tirar su género en un segundo si a cambio recibieran libertad”.


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