Mujeres migrantes en busca de sus familiares desaparecidos
Por Ana Lorena Delgadillo
María* se mira a sí misma como una mujer débil. Dice que no aguanta mucho, que a veces se desespera, se quiere volver loca o salir corriendo, qué en su casa la fuerte es su hija Rosa, porque ella grita, toma decisiones contundentes, la pone a veces en su lugar para que ella siga. María llegó a México invitada para exponer en un foro y después hizo contacto con la Fundación para la Justicia; ahí, en la entrevista con el equipo de nuestra organización, nos enteramos que ella había perdido a su esposo, una hija, un hijo, una sobrina y un concuño en la masacre de 72 migrantes, ocurrida en agosto de 2010 en San Fernando Tamaulipas, al norte de México. Esta es la primera de 3 masacres de migrantes ocurridas en México; la segunda ocurrió en el mismo municipio 7 meses después y se localizaron 193 restos en 47 fosas clandestinas; la tercera fue el hallazgo en mayo de 2012 de 49 torsos en una vía pública en un municipio cercano, Cadereyta, Nuevo León. María nos invitaba a acudir a su comunidad en Guatemala, para que pudiéramos tener contacto con las demás mujeres que también “se habían quedado solas” porque habían perdido a sus esposos e hijas en la misma masacre de los 72.
El Desamparo de las Madres y Las Esposas en los Países de Origen
María vive en una pequeña comunidad cerca de la costa y ahí, debajo de un árbol de mango, nos reunimos con las demás mujeres a conversar por primera vez en el año 2013.
Les explicamos que la Fundación para la Justicia trabaja con familias y comités de familiares de víctimas en Honduras, El Salvador, Guatemala y México en favor de casos de migrantes desaparecidos o fallecidos en su tránsito hacia los Estados Unidos y que en algunas de las actividades que hacemos, nos coordinados con el Equipo Argentino de Antropología Forense –EAAF- para que se logre la identificación de restos de migrantes que aun no han sido entregados.
Sus relatos hablaban de la incertidumbre –parecida a la tortura- que vivieron cuando dejaron de tener noticias de sus familiares a partir de la última llamada recibida desde México, de lo traumático que fue la entrega de los restos una vez que “los localizaron” y de las secuelas del desamparo gubernamental. Cuentan que la entrega de restos por parte de las autoridades de Guatemala, era un evento de publicidad gubernamental y no un acto de luto por la trágica pérdida de personas que tuvieron que dejar su país por la extrema necesidad económica que vivían. Algunas de ellas narraban que se sintieron ofendidas porque les entregaron medallas y diplomas “parecía que estábamos celebrando algo” señalan, y después las mandaron a su casa para nunca más volverlas a buscar.
Una de las esposas de los masacrados, Sofía, dice que ella tenía mucha necesidad económica. Que si antes, estando su esposo con ella era difícil mantener a sus dos hijas, ahora lo iba a ser más. En una ocasión fue a la municipalidad a ver si le regalaban de esas “despensas que le regalan a la gente pobre” y hasta eso le negaron. Debió comenzar a trabajar en una hacienda y cubrir un turno muy pesado; sus niñas tuvieron que quedarse bajo el cuidado del abuelo y una de ellas resintió tremendamente la doble ausencia, la del padre asesinado y la de la madre trabajando todo el día para mantenerlas. A la niña le afectó tanto que comenzó a tener problemas con su riñón, estaba a punto de perderlo.
Sofía tuvo que salirse de trabajar y comenzó a vender ropa usada pero no sacaba ni para comer. Sentía que enloquecía. A eso se le sumó una situación de mucho riesgo en la comunidad y se vio obligada a salir del país con sus niñas de manera indocumentada y pedir asilo en EUA, con el miedo de vivir en el tránsito parte del calvario por el que pasó su esposo. Solo quien experimenta en carne propia esa extrema necesidad e inseguridad, toma ese riesgo tan grande.
A Sofía le cuesta trabajo reconocerse como una mujer fuerte y se siente mal porque no sabe leer ni escribir. Quienes la conocemos pensamos que sólo alguien con tanta valentía y fortaleza, puede haber logrado lo que ella alcanzó. Llegó a EUA con sus niñas, pero la historia sigue siendo difícil ya que debe conseguir trabajo y enfrentar un juicio para ver si el gobierno de EUA logra otorgarles a ella y a su hija el asilo.
La Duda que Mata
Estas mujeres guatemaltecas enfrentan la duda que también viven mujeres de otros países que han recibido restos de las masacres antes de que se creara la Comisión Forense. Los enterraron como si fueran suyos, pero no recibieron ningún documento ni explicación donde se pudiera corroborar que hubo procedimientos científicos fiables para identificarlos. Algunos pudieron ver los restos, otros no porque se los prohibieron pero aunque los pudieran ver, estaban ya muy descompuestos, sin posibilidades de ser reconocidos visualmente. Es todavía mas difícil para aquellas familias que recibieron restos cremados sin que ellos lo hubieran consentido. Esta tortura se hubiera podido evitar, si las identificaciones y los procesos de entrega se hubieran hecho correctamente por parte de las autoridades.
Empezar Un Camino de Justicia Desde la Unión Con Otras Mujeres
Recorriendo los poblados de México por donde transitan los migrantes, las familias de Centroamérica también hacen su recorrido a través de “caravanas” que han venido organizando desde principios de siglo. Doña Edita y Doña Rosa Nelly, que participaron en las primeras caravanas, fundaron con otras mujeres el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Progreso Honduras, COFAMIPRO desde donde buscan con otras familias, cerca de 400 migrantes desaparecidos. Su programa de radio dominical, “abriendo fronteras” de Radio Progreso, cuenta historias de migrantes en tránsito e invita a las familias a organizarse para buscar a los desaparecidos.
Desde El Salvador, Anita, quien su hijo desapareció hace 14 años en México, decidió dejar de ser comerciante y dedicarse de tiempo completo a buscar a su hijo y a los cerca de 350 migrantes desaparecidos que ha documentado la asociación que ella dirige “Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos de El Salvador” COFAMIDE. Su voz tranquila pero firme nos recuerda que una desaparición se vive todos los días, como si fuera el primero en que ocurrió, “es una herida abierta, que no sana, pero debemos hacer todo para buscarlos” dice.
Con estas mujeres, familias e integrantes de los comités, y abogadas valientes que trabajan con la Fundación desde Centroamérica, decidimos formar entre nosotros una red regional de tal forma que estuviéramos conectados con las víctimas que están en su país México, Honduras, Guatemala, El Salvador, y con la Fundación que está basada en México, donde ocurrieron los hechos. Seguimos también el ejemplo de búsqueda de la verdad transnacional que nos ha mostrando EAAF, quien con la participación de los comités y autoridades en Honduras, El Salvador, creó los Bancos de Información Forense. Ahí recuperan la información de familias desaparecidas que después confrontan con información de restos sin identificar en otros países.
El Mecanismo Transnacional: Construyendo en Medio de un Estado Mexicano en Crisis
El nacimiento de los bancos forenses liderados por el EAAF, permitió que posteriormente se pudiera firmar con el Gobierno mexicano el Convenio para la Identificación de Restos de Migrantes sin Identificar de las 3 masacres referidas, donde trabaja el EAAF, la Procuraduría General de la República y la Fundación para la Justicia que participa como representante de los comités y organizaciones de la región. Esto ha logrado que al menos en los casos de las 3 masacres, haya identificaciones confiables para las familias y procesos de notificación y entrega de restos que respeten estándares internacionales.
Sin embargo faltaba pensar cómo México se acercaba a las familias para que pudieran acceder a la justicia a denunciar sus casos, ofrecer pruebas y participar en las investigaciones, independientemente del país donde se encontraran, ya que las familias denunciaban una desaparición en la cancillería del país de origen y ésta se comunicaban a la cancillería mexicana, pero no había búsqueda ni investigación efectiva porque los casos difícilmente eran trasladados a la institución competente para investigar.
Junto con los comités impulsamos lo que nosotros denominamos el “Mecanismo Transnacional de Acceso a la Justicia”. Esto se hizo realidad, al menos en papel, en diciembre de 2015, cuando el gobierno mexicano publicó un acuerdo que recoge las solicitudes que hemos venido haciendo durante varios años: que las víctimas puedan acudir a iniciar las investigaciones penales y la solicitud de búsqueda de migrantes desaparecidos, desde el país donde se encuentren, acudiendo directamente a la embajada mexicana de sus países a denunciar y participar de todo el proceso de investigación y el proceso penal que derive.
Existe un primer paso en papel, falta que se ponga en práctica y que sea realidad y esto significa que el camino apenas empieza. No podemos olvidar que México enfrenta su propia crisis en los últimos 10 años, con cerca de 28,000 personas desaparecidas, restos sin identificar y fosas a lo largo del país en medio de una institucionalidad muy débil y muy cuestionada. Ahí es donde nacerá este mecanismo y será un reto hacer que funcione y que efectivamente de respuesta a las familias, garantizando todos los derechos que como víctimas tienen.
La fuerza de María, Rosa, Sofía, Clara, Anita, Edita, Rosa Nelly y muchas otras mujeres es pilar para continuar. El mensaje de Anita es Claro: “se debe hacer todo, todo lo que se requiera, hasta encontrarlos y hasta tener justicia”.
* Por protección se ha cambiado el nombre de algunas de las personas.
**Foto Principal: Autoría COFAMIPRO
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