El cambio climático: las mujeres indígenas y la lucha para salvar el amazonas

Jul 25, 2017Issue 4 Spanish Blog

Por Graham Land

QFEM logo (1)Ha habido mucha discusión sobre la relación entre cambio climático, biodiversidad e igualdad de género, y cómo los problemas del entorno están ligados a los derechos de las mujeres. La ONU tiene una hoja de verificación relacionada con mujeres, igualdad de género y cambio climático, pero hay otro aspecto esencial en el núcleo de este problema. Exploraremos a continuación estos asuntos.

Mujeres y su entorno

Por lo general, las mujeres son más vulnerables que los hombres a los problemas asociados con el cambio climático y su entorno. Por un lado, los hombres migran con más facilidad a lugares donde hay más oportunidades de encontrar trabajo, tienen más flexibilidad en sus condiciones laborales y estilo de vida. En la otra cara, las mujeres están tradicionalmente más atadas a un lugar, llevando a cabo los roles preestablecidos a su género, como cuidar de sus familias, trabajar en pequeñas y privadas explotaciones agrícolas llevando a cabo otras tareas incómodas y no remuneradas.

Con esto en mente, de los 26 millones de personas desplazadas por causa del cambio climático desde el 2010, un enorme 80% son mujeres.

Photo credit: Pedro França/Agência Senado

Foto por: Pedro França/Agência Senado

Las mujeres, a su vez, representan la mayoría de la mano de obra agrícola de los países emergentes, según las estadísticas de las Naciones Unidas FAO. Por lo cual son más vulnerables en términos de seguridad laboral frente a factores ambientales como la sequías, incendios o inundaciones que afecten a este sector. Combinado con los factores geográficos y sociales mencionados anteriormente que afectan a las mujeres, podemos ver cómo las causas de estrés ambientales y las realidades sociales se suman afectando más fuertemente a las mujeres que a sus homólogos masculinos.

Los indígenas representan la vanguardia en la lucha por la justicia medioambiental

Del mismo modo, son los pueblos indígenas los que constituyen las comunidades más vulnerables cuando se trata de los estragos del cambio climático y la degradación ambiental.

A menudo, son las poblaciones indígenas de un país que habitan las tierras que aún no han sido o están en proceso de ser alteradas con fines industriales y comerciales. Debido a esto, son estas poblaciones las que normalmente se encuentran a la vanguardia del activismo ambiental y no necesariamente por motivos ideológicos.

Los activistas indígenas tienden a luchar por razones más acuciantes: su tierra, sus tradiciones, su modo de vida e incluso su supervivencia.

Debido a su forma de vida y a sus derechos sobre la tierra, estas comunidades se convierten en objetivos para grandes corporaciones y los gobiernos. Los modos tradicionales de los pueblos indígenas con frecuencia están en desacuerdo con la industrialización y la explotación rampante de los recursos naturales. Su propia existencia puede ser una molestia para estos criminales ambientales.

Desafortunadamente, los grupos indígenas están entre los más oprimidos y carecen de poder político o económico. La corrupción y la privación de derechos políticos de los pueblos nativos facilitan diariamente la expropiación ilegal o injusta y el desarrollo de sus tierras. Sin embargo, son las acciones de base de los grupos indígenas, que trabajan en cooperación con otros activistas de los derechos civiles y ecológicos, que están a la vanguardia de la protección del medio ambiente y la justicia.

Realidades interseccionales: las mujeres indígenas arriesgan sus vidas para el beneficio de todos

“La carga para las mujeres indígenas ha aumentado enormemente debido al cambio climático. La carga que pesan sobre las mujeres y los niños indígenas es mucho mayor debido a la necesidad de buscar fuentes de agua lejos de sus hogares y proporcionar apoyo y atención sanitaria al creciente número de familiares enfermos”, Victoria Tauli-Corpuz, Presidenta del Foro de las Naciones Unidas sobre los Pueblos Indígenas (UNPFII), 18-29 de mayo de 2009, Ciudad de Nueva York.

A pesar del desequilibrio global del poder político y económico en favor de los hombres no indígenas, las mujeres indígenas constituyen un contingente visible de activistas dentro de los movimientos ambientales y de derechos humanos.

Photo credit: Raphael Tsavkko Garcia

Foto por: Raphael Tsavkko Garcia

En las conversaciones climáticas de la COP21 de la ONU en 2015 en París, 20 líderes indígenas de todo el mundo se reunieron y celebraron su propia reunión alternativa, donde discutieron cómo unirse y concienciar a sus conciudadanos sobre sus preocupaciones.

También, en las conversaciones de París fue la activista Kichwa Nina Gualinga de la región de Sarayaku en el Amazonas de Ecuador. Junto con otros miembros de su pueblo, Gualinga atravesó el Sena en una canoa construida en Sarayaku para llamar la atención sobre la difícil situación de la AmazonIa ecuatoriana.

En Ecuador, las compañías petroleras extranjeras están ansiosas por poner sus manos en las vastas reservas de petróleo bajo la selva amazónica donde viven los kichwa y otros grupos. Décadas de extracción ya han causado un daño horrible en el bosque y su gente.

Son activistas como Nina Gualinga quienes se oponen a las corporaciones multinacionales y a los poderosos intereses políticos y económicos nacionales e internacionales. Sin embargo, ella no está desconcertada: “Sé que las cosas que estoy haciendo tendrán una consecuencia en el futuro, pero no tengo miedo”.

Grupos como la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas (ONAMIAP), la WECAN, la Organización para el MedioAmbiente y el Desarrollo de la Mujer (WEDO) y Amazon Watch entienden que las preocupaciones de las mujeres indígenas son fundamentales para comprender la relación disfuncional entre la humanidad y el medioambiente.

“Tenemos el privilegio de trabajar con líderes indígenas muy poderosas en Colombia, Ecuador, Perú y Brasil, estas mujeres existen. Pero encontramos una mayor preponderancia de liderazgo proveniente de las mujeres en Ecuador “, Andrew Miller, Director del departamento jurídico, Amazon Watch (fuente: Refinery29)

Photo credit: Dubdem sound system

Foto por: Dubdem sound system

Bajo el Foco: Brasil, Un lugar peligroso para defenderse y proteger el medio ambiente 

Según un informe, América Latina es la región más peligrosa para activistas ambientales del mundo. Entre 2002 y 2014, la mayor cantidad de asesinatos ambientales del mundo (454) tuvo lugar en Brasil.

Sobre una base per cápita, Brasil fue el segundo después de Honduras. Los cinco peores países para los “defensores de la tierra y del medio ambiente” en América Latina -Honduras, Brasil, Colombia, Perú y México- tienen poblaciones indígenas significativas e industrias que quieren a toda costa transformar las tierras donde viven estas personas. Las industrias involucradas son típicamente agronegocios y empresas forestales, mineras e hidroeléctricas.

Entre 2013 y 2014 los asesinatos de indígenas brasileños aumentaron en un 42 por ciento

La mayoría de estos asesinatos están vinculados a la agroindustria. Sin embargo, proyectos hidroeléctricos como la presa de Belo Monte, que cuenta con el apoyo del gobierno brasileño, pueden terminar desplazando a hasta 20.000 personas.

Consideradas como soluciones energéticas limpias y baratas, las presas construidas en áreas indígenas de la Amazonia requieren inundaciones y deforestaciones provocadas, así como un flujo de decenas de miles de trabajadores. Con este fuerte aumento de la población viene la industria secundaria, la contaminación y una moderna cultura basada en el consumo que es perjudicial para uno de los lugares más biodiversos y culturalmente aislados del planeta.

Sin embargo, incluso en una situación tan peligrosa, el activismo indígena en Brasil ha tenido resultados positivos. La enmienda constitucional PEC 215 de Brasil, que habría abierto territorios indígenas a la explotación y al desarrollo industrial a manos de industrias agrícolas, mineras y energéticas, fue denegada gracias a los esfuerzos de los grupos indígenas brasileños en Diciembre de 2014. Considerando la actitud declarada de la Ministra Brasileña de agricultura Katia Abreu, más conocida como “Miss Deforestación”, que se refirió a las cuestiones indígenas como “obstáculos” para el progreso, esto fue una gran victoria.

Las fotos de este artículo muestran a activistas indígenas dirigiéndose apasionadamente al Senado Federal brasileño en relación con la PEC 215 y tratando de entrar en el edificio del Senado, así como marchando en defensa de su patria amazónica.

 


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